Atenas, 15 de enero de 2021
La
pasión según Eva, obra escrita
por Abel Parentini Posse, aparece en 1994, año en que se realiza la reforma de
la Constitución de la Nación Argentina después de un acuerdo entre Raúl
Alfonsín y Carlos Menem, de la Unión Cívica Radical y del Partido
Justicialista, respectivamente. Abel Posse, nacido el 7 de enero de 1934 en
Córdoba (Argentina), es diplomático, académico y autor premiado de la
literatura argentina. Ha escrito un gran número de novelas, ensayos, poemas y cuentos
importantes a lo largo del siglo XX, cuyo tema preferido es la historia y,
especialmente, tales aspectos de ella como: el descubrimiento y la conquista de
América, el mundo europeo y el indígena, la idiosincrasia de los rioplatenses,
el poder y los males del nazismo (Sáinz de Medrano). En este estudio, se
examina la evolución simultánea en el libro de Abel Posse de tres historias aparentemente
distintas que todas tienen como punto de referencia a Eva Perón. Así que, se
estudian los últimos meses de su decente lucha personal contra el cáncer, se
analizan varios aspectos de la historia de la Argentina de su época y, al mismo
tiempo, el modo que la propia Evita influyó en los cambios políticos y sociales
de su país siendo ella la protagonista al lado de su esposo Juan Perón. Nuestro
objetivo es localizar las características de la nueva novela histórica de
América Latina y exponer la manera que Abel Posse las utiliza para presentarnos
la vida de Eva Perón y su contribución a la política y la sociedad de la Argentina.
La elección de Raúl Alfonsín en 1983 como presidente
de la Argentina marca la vuelta del país a la democracia. En 1989, Carlos Saúl
Menem le sucede en la presidencia del país, en un tiempo que la sociedad ha
sido afligida, desde años, por una economía devastada. Menem, representante de
un peronismo nuevo, aplicó una política neoliberal y menos anti-estadounidense
para sanar la economía de problemas graves, entre otros, la enorme deuda
exterior, la inflación, la falta de trabajo y los precios bajos de carne y
cereales. Fomentó las inversiones extranjeras y las privatizaciones y limitó
bastante el sistema burocrático. En líneas generales, su política se consideró exitosa,
le ganó popularidad y un nuevo termino como presidente en 1995 (Fox 313-314).
En este contexto histórico, se publica La
pasión según Eva, novela que exalta a Evita y, en consecuencia, el
peronismo de su tiempo. Los primeros años de la década de los 90 son un período
democrático, el país parece haber encontrado de nuevo su propio camino en el
mundo y, de hecho, es el momento idóneo de acordarse de una figura que,
mientras en vida, logró unir a la mayoría de los argentinos. El empleo por
Posse de los testimonios de distintos personajes sobre Evita es un intento de
enfatizar en esta aceptación por parte de sus compatriotas.
El título de la novela tiene una palabra llamativa:
pasión. Ésta da lugar a dos interpretaciones. Primero, la fuerza interior que
motivaba a Evita desde su infancia, el deseo de ser diferente y excepcional,
seguir adelante y conseguir sus sueños, aunque no se podía imaginar lo que el
futuro le deparaba, “Se siente unida...toda la Argentina viene corriendo”
(Posse 50). Segundo, las similitudes que intenta presentar el escritor con la
pasión de Cristo, aunque este esfuerzo parezca desigual y sacrílego. Eva nació
en un pueblo pequeño, fue hija ilegítima, sabía que era diferente, dedicó su
vida a los desposeídos, combatía por ellos hasta sus últimos días, los guiaba
con sus discursos y murió a los 33 años sufriendo, físicamente, por el cáncer y,
psicológicamente, por el odio de sus rivales entre la aristocracia y el
Ejercito. Por lo menos, ésta es la Evita de Posse.
En este punto es importante señalar que la organización
del texto, siguiendo las “pautas” de la nueva novela histórica latinoamericana,
sirve también a esta semejanza. Así que el libro tiene una estructura
fragmentaria. Se compone de pequeños apartados, tal como sucede en el Nuevo
Testamento, que nos conducen gradualmente a la pasión y el sacrificio de Evita.
La pasión según Eva es un libro difícil
de clasificar, puesto que “comparte los rasgos de varios géneros establecidos,
tales como la novela histórica, la biografía, la historia, el testimonio o
historia oral y la autobiografía ficticia” (Lagos). Más allá, la narración no
es lineal. Observamos una transposición cronológica según la presentación del
desarrollo de las “sub-historias” contadas. En el texto hay un narrador
omnisciente, fuera de lo que narra (extradiegético), que utiliza las voces de
los personajes para presentarnos una novela coral (Pasión). Estas voces
conforman otros tipos de narradores: el narrador autodiegético, en el caso de
Eva que, como protagonista, relata su propia historia; la alternación del narrador
homodiegético, que forma parte de la historia y la cuenta en primera persona
sin ser él el protagonista, con el heterodiegético, que narra en tercera
persona y no participa como personaje en la historia. Renzi y el Padre Benítez
son ejemplos de estos dos tipos de narrador. Otro elemento de la nueva novela
histórica que encontramos en el libro es la intertextualidad, sea directa, como
la introducción en el texto de la Orden secreta número 1, “El movimiento
peronista está decidido a luchar pacíficamente dentro del orden legal
constituido, pero no dudará un instante en responder a cada acto de violencia
con otro de justa defensa y por los mismos medios utilizados por los enemigos
del país” (Posse 154), o indirecta, “Como si no hubiese oído, el padre sacó el
tema de Enoch. Enoch caminaba con Dios y Dios decidió quedárselo de compañero
celestial” (Posse 334). Señalamos, también, que el escritor nos da pistas del
modo de la creación de la novela y de su evolución hasta el final. Así que tenemos
en el libro la presencia de la metaliteratura; en concreto, en los pequeños
fragmentos que preceden a algunos apartados en los que Eva nos narra sus meses,
días y horas en el hospital, recordándonos una vez más la semejanza de su
enfermedad con las últimas horas de la Crucifixión de Cristo: “Ahora quedan
unos días. Menos de un mes de meras horas vacías. El vacío de la nada
invadiendo y vaciando la vida. Todos esperan” (Posse 335). En consecuencia, el
escritor nos indica que la narración tiene una evolución progresiva hasta la
muerte de la protagonista.
La
pasión según Eva es una
inagotable fuente de información sobre la vida de Evita y de la sociedad
argentina de aquella época. En la descripción, por ejemplo, del pequeño pueblo
de Los Toldos y el Buenos Aires cosmopolita de los 30 observamos la diferencia
entre la barbarie del mundo rural, “En esos pueblos se teme la belleza y la
inteligencia, son peligrosas” (Posse 25) y la civilización de una ciudad que
ofrecía oportunidades a los que se lo atrevían, tal como a Eva, “Esa era la
ciudad, la enorme y luminosa Buenos Aires, que empezaba a ser mi anónima
familia, si esto puede decirse” (Posse 121). La modernidad de la gran ciudad
impresionó mucho a la joven Eva y ella nos informa de los avances tecnológicos
de aquel entonces, “La caravana de taxis, los colectivos, los tranvías... pulidísimo”
(Posse 120) y de la sociedad machista, “Los hombres, los todopoderosos. Los
dueños de la vida, del dinero, de las mujeres, de los autos” (Posse 121).
En este contexto, el escritor hace muchas
referencias a la condición de mujer de la protagonista. Al llegar a Buenos
Aires la única arma de Eva es un deseo irrefrenable de realizar su sueño de ser
actriz. Será, sin embargo, por suerte que vaya a tener la oportunidad de estrenarse
en el teatro, puesto que hasta aquel momento todos la subestiman, “No tenía
peso, existencia, sexo. Los porteros y empresarios me miraban de la cara hacia
abajo, como suele ser usual o de estilo, y no encontraban hembra ni cosa
parecida” (Posse 123). Una vez al lado de Juan Perón, Evita tuvo que aguantar la
oposición de una parte de los aristócratas y del Ejercito. Enfrente de los
obstáculos que le ponían, sin embargo, nunca fue tímida: “Eva preparaba un
pollo al horno... Era el comandante más importante del Ejército” (Posse 74).
Otro rasgo de esta mujer dinámica fue el amor
apasionado que compartía con Perón. La carta que él le envió a Eva desde la
prisión, otro ejemplo de intertextualidad, muestra nostalgia y cariño por ella,
“Hoy sé cuánto te quiero y no puedo vivir sin vos. Esta inmensa soledad está
llena de tu recuerdo” (Posse 217). Por otro lado, cuando los obreros comunistas
protestaban contra él, Evita se atrevió a visitarlos a su propio lugar de
reunión en San Martín. Fueron aturdidos por su valentía, “Eva había perdido la
cabeza... No se te ocurra decir una palabra al Coronel de todo esto” (Posse
205-206). El germen de su discurso ante ellos dio frutas cuando los militares
trasladaron a Juan Perón desde la isla prisión de Martín García a Buenos Aires,
“Están llegando grupos de obreros desde ayer a la noche y en la madrugada.
Piden su libertad, Coronel” (Posse 222). Desde aquel momento, el resultado de
la intervención de Evita cambiaría la vida de los argentinos, “Se produjo
entonces el mágico momento que justifica a la democracia... el instrumento consagrado” (Posse 224).
Abel Posse trata, también, un asunto importante para
la historia argentina del siglo XX: el voto femenino. Evita reaccionaba a que las
mujeres “se convirtieran” en hombres, puesto que creía que “el último triunfo
del machismo [sería] crear esa ‘liberación’ de mujeres ejecutivas como hombres,
guerreras o despiadadas como hombres” (Posse 261). Hasta que el voto femenino
fuera oficialmente aprobado, la Ley Sáenz Peña establecía desde 1912 que “los
únicos habilitados para votar eran los hombres” (Recorrido). Con Evita en la
primera fila de la lucha, la reivindicación de las mujeres argentinas de este
derecho resultó en que el 11 de noviembre de 1951 votaran por primera vez, lo
que era “un salto grande para la costumbre machista de toda Iberoamérica”
(Posse 261). A este factor femenino se atribuyó la victoria de Juan Perón “por
62,5% después de seis años de gobierno” (Posse 330).
Evita supo cautivar la mente y el corazón del pueblo
argentino y eso es un hecho indiscutible. Aprovechándose de su puesto al lado
de Perón superaba inmediatamente los obstáculos burocráticos para ayudar a los
necesitados. Es característico el ejemplo de una viejita que no sabía
comunicarse con los asistentes de un banco en Cerrito, “- ¡Díganme, señores:
¿quién de ustedes fue el hijo de puta que le dijo a esta señora que vuelva
mañana?! Claro, en ese banco una semana después habría otro personal” (Posse
294). Su amor por los obreros y los desposeídos era algo más profundo que una
muestra de filantropía. Era algo que estaba en la esencia de su naturaleza y,
además, de “la política justicialista y su naciente organización de acción
social directa” (Posse 303) que ella soñaba, aunque las decisiones políticas
oficiales se tomaban por Juan Perón. Evita no dejó de mostrar su cariño y
cercanía hacia el pueblo, aun durante sus últimos días en aquello lecho de
dolor cuando prepara uno de sus últimos discursos hacia sus descamisados:
“Quiero vivir eternamente... me consume el amor de mi raza que es el pueblo”
(Posse 338).
A nuestro parecer, la autenticidad de los
sentimientos de Evita que hemos mencionado anteriormente se comprueba por dos puntos
importantes. Por una parte, lo benevolente de su carácter le había ganado fama
fuera del país: “Y Geraldina,... ¿De qué poder hablamos, Renzi? (Posse 61). Por
otra, la España de Franco, una sociedad conservadora que la dominaban las
oligarquías y, por supuesto, que le faltaba una Evita. La decisión de Franco de
no participar junto con los aliados de la Segunda Guerra Mundial contra los
alemanes tuvo repercusiones económicas después de la guerra:
“El comercio exterior de España se limitó a la
compra de productos indispensables: petróleo importado de Estados Unidos, trigo
suministrado por la Argentina de Perón... Debido a su simpatía por la Alemania
nazi y su régimen totalitario, en 1947 quedó excluida del plan Marshall” (Pérez
648).
En este contexto, es fácil de entender la situación
que Evita encontró en España durante su viaje en 1947, “Descubrió niños
desnutridos sentados en los umbrales de Barcelona al anochecer, cuya única cena
era una rodaja de pan con tomate y aceite” (Posse 274). Evita no desistió del llamamiento
de su corazón hacia los pobres, aún en un ambiente desfavorable, arriesgándose
una tensión diplomática entre los dos países, tanto cuando se fue de Sevilla,
“‘Me quedo con vosotros: obreros madrileños, cigarreras
sevillanas, agricultores, pescadores, trabajadores de toda España y de todo el
país. ¡Dejo mi corazón a vosotros!’ Las cigarreras eran el símbolo de todas las
viudas de los vencidos” (Posse 274).
como en la plaza de Oriente de Madrid, en el centro
del gobierno de Franco:
“Eva se mantuvo como era común en ella. Y cuando le
tocó hablar, se largó con el famoso discurso de ‘pan y trabajo’ de Trotski, sin
que la voz se le quebrara, ni siquiera cuando esa multitud de cuatrocientas mil
personas empezó a corear ¡Argentina! ¡Argentina!” (Posse 277).
Evita nunca abandonó sus ideales. Fue ambiciosa, sin
dudas. Pero, esto se lo había enseñado su propia vida. Experimentó desde su infancia
el rechazo de su padre y, luego, todas las dificultades de una joven proveniente
de un pueblo para conseguir sus sueños. De hecho, supo prestar oídos al sentir
del pueblo, cuyas necesidades fueron su prioridad hasta el último momento de su
vida. Así que “esa gente había rezado [por ella] durante toda la noche” (Posse
339). Evita permaneció digna ante la enfermedad mortal “Y, mientras,... se
acercaban a la puerta para ver lúcida a su Eva por última vez” (Posse 341) y
siempre interesada por Juan y el pueblo, “Ya no tengo mucho por vivir. Te
agradezco lo que has hecho por mí. Te pido sólo una cosa más... No abandones
nunca la lucha de los pobres. Son los únicos que saben ser fieles” (Posse 342).
Bibliografía
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Aires, Alipso, 2000, https://www.alipso.com/monografias/lapasion/.
Lagos, María
Inés. “Género y representación literaria en la construcción de Eva Perón:
Narraciones de Abel Posse, Alicia Dujovne Ortiz y Tomás Eloy Martínez”. Revista chilena de literatura, núm. 68,
2006, pp. 73-103. Universidad de Virginia,
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-22952006000100003.
Pérez, Joseph. Historia de España. 3ª ed., Barcelona,
Crítica, 2006.
Posse, Abel. La pasión según Eva: Conmovedora novela
sobre la intimidad y el secreto de una mujer ya mítica. Barcelona, Planeta,
1995.
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Medrano, Luis. “La narrativa de Abel Posse: Historia y ficción”. Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes,
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